Si hay un género que disfruto sobremanera por encima de cualquier otro dentro del séptimo arte, ese es sin ningún género de duda el de ciencia-ficción; pero incluso dentro de la amalgama que nos ofrece el mismo, podemos diferenciar rápidamente aquellas películas más orientadas a la acción (si es exterminando bichos por doquier, invasión mediante, mejor que mejor), y aquellas otras más orientadas a hurgar en las emociones humanas a través de nuestro encarte dentro de éste, nuestro vasto Universo.
Y curiosamente son estas últimas las que para llegar a buen puerto se apoyan más en un viaje a nuestro interior, ese gran desconocido y que a la postre es aquello que nos define como ser humanos, algo que por desgracia se nos olvida en el día a día. Si alguien está esperando encontrarse en ‘La Llegada’ algo parecido a ‘Independence Day’ que se vaya olvidando.
‘La Llegada’ bebe de ese cine más introspectivo, ese con mayúsculas, como ‘2001: Una Odisea del Espacio’, ‘Interestelar’ e incluso, de la que narrativamente hablando se parece bastante ‘Contact’. ‘La Llegada’ es lo más parecido a un puzzle, aquel cuyo disfrute deviene al ir colocando pieza tras pieza y que trae consigo la consiguiente sensación de plenitud cuando uno lo termina. Resulta toda una delicia ver el film en su versión original, con una dirección inmaculada, pausada pero precisa, acompañada de unas interpretaciones exquisitas, y con la inclusión de unas partes emotivas insertadas entre tanto despliegue extraterrestre que funcionan a la perfección.
Por si no estuviese ya suficientemente afianzado, Denis Villeneuve se consolida aún más con este film como un director que es ya todo un referente a la hora de disfrutar en una butaca, convirtiendo en clásico instantáneo todo lo que toca. A escasas horas del visionado del mismo, no encuentro falla alguno en el mismo, pero por desgracia mucho me temo, que al igual que acontece en el film, este tipo de propuestas no será del agrado de todo el mundo, ni en forma ni en mensaje, pues si algo demuestra la raza humana a diario es la falta de reciprocidad, algo tan connatural a nosotros, pero que a la postre sirve de base para que este film alcance unas cotas de solidez impropias del género.
Al igual que Kubrick, una vez mas, Denis Villeneuve nos vuelve a mostrar que hay otros mundos, pero están en éste, e incluso éste, dentro de nosotros mismos…