Rey Arturo: La leyenda de Excalibur

Somos ovejas. O así nos intenta pastorear el mainstream al compás del repita conmigo: ‘tal película es mala’, y ¡zasca! todo dios a tragar con el mantra. ‘Rey Arturo: La leyenda de Excalibur’ es un claro ejemplo de lo anterior. Y al igual que ya le ocurrió en su día a ’Warcraft: El Origen’ de Duncan Jones, el lobo no es tan fiero como lo pintan, o al menos, no peor que mucha Caperucita que nos intentan revestir en críticas especializadas asociadas a la taquilla cuanto menos sospechosas.

‘Rey Arturo’ es un film de aventuras peculiar pero entretenido. Peculiar porque desde el minuto cero exuda la impronta de su director, un Guy Ritchie reconocible a cada plano y en cada escena: estilización, diálogos frenéticos, efectos de montaje y ritmo adrenalítico. Tras el impacto inicial que supone ver dicha impronta unida al compás de este tipo de aventuras, el film transcurre fluido, fresco, entretenido a lo largo de su largo metraje, que no es poco. Contiene además un par de escenas con la Excalibur de marras que ya quisieran para si muchas de las actuales películas de superhéroes por su espectacularidad y manejo de la escena.

Pero sobre todo ‘Rey Arturo’ es un film honesto, que ofrece exactamente lo que promete. Supongo que nadie en sus cabales espera a ver algo parecido a lo que nos puede ofrecer Terrence Malick. La propuesta es clara, refundir una épica histórica con lo ya visto y trillado en ‘El señor de los Anillos’, imprimiendo para ello los recursos más habituales del inglés, punto pelota.

En definitiva, su sinopsis bien podría ser ‘Érase un desconocido Rey Arturo a una espada que inunda toda la pantalla pegado’. Te apuntas?…

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