Que en toda película de catástrofes subyace un drama familiar para empatizar con el personal antes de que pase barriendo el de la guadaña, es un hecho.
Pero que en el género que nos movemos ese drama se convierta en eje absoluto a modo de iniciación al cine introspectivo de Terrence Malick, media un abismo.
Porqué no nos engañemos, cuando uno acude a ver un film como ‘Greenland: el último refugio’ lo que uno da por hecho es que debiéramos ver destrucción masiva a raudales y gente muriendo como si no hubiese tomorrow, y si encima la cascan entre terribles sufrimientos, mejor que mejor. Y a decir verdad, aquí, ni uno ni lo otro.
Y dejando de lado que la actriz protagonista está en mejor forma física que Gerald Butler, si nos ceñimos al apartado visual, el noventa por ciento de la destrucción vista en pantalla tan solo es disfrutable a través de los jodidos telediarios que no dejan de emitir durante toda la jodida película.
Lo de ojear alguna muerte terrible donde se atisbe algún higadillo al que echarle el diente, ni te cuento, ya que el blanqueamiento de estas, es total. Recuerdo más crudeza en la ‘La casa de la pradera’.
Así que visto el panorama es imposible una vez finalizado el film, que aunque no acuse defecto alguno en su dirección, no sentirse engañado, ya que a todas luces, es un quiero y no puedo. ‘Clark: el asteroide bueno’ hubiese sido sin duda alguna un título más apropiado…